“No  vamos a conseguir un mundo más justo recabando más datos”

Entrevista a Yuk Hui

22 marzo, 2024

Compartir

En enero,  el filósofo Yuk Hui ofreció una conferencia, o mejor dicho un diálogo, en el centro de arte y cultura contemporánea Tabakalera de Donostia (España). Su obra ha tenido una gran repercusión en los últimos años y la sala se llenó. Hui ha criticado la línea de pensamiento de la monotecnología —comparable quizá a la del monocultivo—, reivindicado, a su vez, la tecnodiversidad y la cosmotécnica frente rente al relato único de Silicon Valley. En esta entrevista de Danele Sarriugarte Mochales habla sobre una matriz tripartita entre tecnodiversidad, noodiversidad y biodiversidad y adelanta algunos conceptos de La pregunta por la técnica en China, su próximo libro que llega en abril a Caja Negra Editora.

 


 

Actualmente te dedicas a la filosofía de la tecnología, pero en un principio estudiaste ingeniería informática. ¿Cómo surgió tu inclinación por la filosofía?

Cuando estudiaba ingeniería informática me interesaba mucho la inteligencia artificial (IA), y tomaba tantas clases como pudiera en este campo. Así me di cuenta de que muchas preguntas dentro de la IA son realmente filosóficas: ¿Qué es la percepción? ¿Qué es la inteligencia? ¿Qué es la acción moral? Como ingeniero informático no te haces estas preguntas.  Aprendes a programar. Copias, pegas y reorganizas los algoritmos desarrollados por otros, pero  todas esas preguntas filosóficas subyacen. Entonces me pasé a la filosofía.  Por casualidad conocí al filósofo Ben Stiegler que influyó mucho en mí y se convirtió en mi tutor.

En uno de tus primeros libros abordaste la cuestión de la filosofía en China. ¿Cómo se inició esta investigación?

Es una larga historia. Se puede hablar de tecnología de diversas maneras, por ejemplo, de la tecnología necesaria para hacer una mesa, pero también de la tecnología como concepto. O de otro concepto asociado, el concepto de naturaleza. ¿Qué es la naturaleza? ¿Hay algo que se puede llamar naturaleza? En los últimos 20 años se han realizado numerosos trabajos antropológicos para cuestionar el concepto de naturaleza. Entre otras cuestiones, se ha argumentado que el concepto de naturaleza, tal y como lo conocemos hoy, producto del modernismo europeo, se basa en la oposición entre naturaleza y cultura. El concepto de naturaleza no se puede aislar de su contexto, por lo que siempre habrá varias naturalezas. 

Mientras leía todo esto, me preguntaba qué pasaba entonces con el concepto de tecnología. La naturaleza está relacionada con otros conceptos como tecnología, artificialidad, cultura, etc. Entonces, si hay varias naturalezas, ¿habrá varias tecnologías? Esa fue mi primera pregunta.

¿Y cómo se ha desarrollado el concepto de tecnología en China?

Se  sabe que antes del siglo XVI la tecnología y la ciencia estaban mucho más desarrolladas en China e India que en Europa. Pero en el siglo XVI algo cambió radicalmente Eso significa que, probablemente, existieron hasta ese siglo diferentes pensamientos tecnológicos. Había conceptos o concepciones diferentes de la tecnología que permitieron que, en China, en India o en Japón se desarrollaran  otras formas de actuar con su entorno.

Foto: Dani Blanco / ARGIA CC BY-SA

La naturaleza está relacionada con otros conceptos como tecnología, artificialidad, cultura, etc. Entonces, si hay varias naturalezas, ¿habrá varias tecnologías? Esa fue mi primera pregunta.

¿Basándose cada cual en sus propias creencias y culturas?

Sí, basándose en la cosmología propia. Las cosmologías también sirven de regulación. Por ejemplo, no pescarás pescado pequeño, porque de lo contrario te quedarás sin nada para el año siguiente. Todo ello se basa en diferentes asunciones cosmológicas, epistemológicas y ontológicas. Ante peguntas como ¿qué es una cosa? ¿qué es un animal? ¿qué es un árbol? ¿qué es la vida?, las respuestas variarán según el lugar desde donde sean formuladas. Y estas constelaciones de pensamiento permitirán el desarrollo de una determinada tecnología. Al mismo tiempo, se limitarán determinados desarrollos tecnológicos.Sabrás que, según tu cosmología, algunas cosas no deberían desarrollarse.

En el caso de China, por ejemplo, los conceptos de Tao y Qi fueron muy importantes.

He intentado reconstruir el pensamiento tecnológico chino. Para eso,  he tomado dos categorías filosóficas antiguas, Tao y Qi.  El pensamiento chino habla  desde el principio de la conjunción de estos dos conceptos, pero dicha línea no se ha articuló posteriormente. De hecho estos conceptos están prácticamente olvidados, en principio a causa de la introducción de la modernización europea y después porque el marxismo se convirtió en la ideología oficial china. Y estos otros enfoques tecnológicos no han sido explorados.

¿Cuál era tu objetivo al llevar a cabo esta investigación? ¿A qué conclusiones llegaste?

La tecnología siempre presupone  ciertas concepciones cosmológicas, epistemológicas y ontológicas según el lugar del mundo en el que se desarrolle. No existen lógicas puramente racionales y universales puras, siempre están localizadas en un lugar determinado, con ciertas creencias que las posibilitan y las limitan al mismo tiempo. Es posible analizar todo esto sistemáticamente. En el caso de China tomé dos conceptos antiguos y reconstruí aquel pensamiento, pero eso no es más que un ejemplo. De la misma manera se puede reconstruir el pensamiento tecnológico de territorios como Africa o América Latina. 

Así quizá entenderíamos mejor qué podemos hacer con la tecnología hoy en día, porque ahora nos guía un solo discurso de la tecnología, el discurso del determinismo tecnológico. Todo lo determina la tecnología. En las librerías de los aeropuertos por ejemplo, todos los libros son sobre «Cómo va a transformar la IA» no sé qué negocio o «Cómo va a transformar el arte ChatGPT», etc. Pero no creo que esto sea muy útil para entender nuestras propias posibilidades. Nos guía el discurso de Silicon Valley. Ellos despliegan fantasías, mentiras, rumores y profecías con las que hay que tener cuidado.

En el caso de China tomé dos categorías filosóficas antiguas, Tao y Qi, y reconstruí aquel pensamiento. De la misma manera se puede reconstruir el pensamiento tecnológico de territorios como África o América Latina. 

Ante esto, propones el concepto de tecnodiversidad.

Me interesa la diversidad tecnológica, pero no sólo  eso. Propongo  construir una matriz que asocie la propia tecnodiversidad, la noodiversidad (es decir, la diversidad del pensamiento) y la biodiversidad. Tres ítems para pensar nuestra situación actual.

¿Y cómo se articula esa matriz?

Cuando hablamos de biodiversidad, debemos entender que la actividad humana ha contribuido a reducir la biodiversidad mediante el uso de la tecnología o los pesticidas. Muchas especies han sido destruidas. En otras épocas, y dependiendo de cada lugar, la gente se enfrentaba de una manera u otra a los problemas, había muchos tipos de conocimiento. En lugar de utilizar pesticidas, buscaban otras soluciones. Con este  ejemplo vemos cómo el pesticida se considera como única solución sin tener  en cuenta cómo afectará al medio. Es lo que ha ocurrido en el siglo XX. Si había un problema, se le echaba pesticida. Luego llegó el desastre y ahora no sabemos qué hacer. No se puede hablar de biodiversidad sin hablar de tecnodiversidad. No podemos decir que hay que «proteger los pájaros» y punto. También tenemos que  pensar qué tipo de tecnología utilizamos, en qué tipo de actividad y qué relación tendrá con el entorno.

Además, con  esta matriz de la tecnodiversidad, la noodiversidad y la biodiversidad también podemos plantearnos otras cuestiones. Por ejemplo: ¿hay diversidad de inteligencias artificiales? ¿Cómo podríamos promoverla?

No hay diversidad en la inteligencia artificial, ¿verdad?

No. Y, por otra parte, en la IA tampoco se entiende lo que es la inteligencia. Al principio se imponía una visión cartesiana y racionalista sobre la inteligencia. Se pretendía desarrollar una representación racional del mundo mediante símbolos. Se podían hacer inferencias lógicas de los símbolos y desarrollar la inteligencia en consecuencia, porque que se pensaba que la mente funcionaba así. Pero después  esa visión fracasó. Aparecieron las redes neuronales, apareció el aprendizaje automático. Todos ellos proviene del conexionismo. En el conexionismo, la mente no está formada de representaciones simbólicas, sino de una red que se actualiza dinámicamente. Y ese es el aprendizaje automático que tenemos en la actualidad. Dentro de la inteligencia artificial también se han producido cambios en la forma de pensar la inteligencia, pero sigue constituyendo una visión muy limitada de hacerlo.

¿Por qué?

Porque se basa en el empirismo: cuantos más datos, mejores resultados. Creen que solucionarán el problema con más datos. Por ejemplo: el reconocimiento facial tiene problemas para identificar los rostros de las personas negras. Eso ha generado mucha violencia. La única respuesta ha sido tomar imágenes de más rostros negras e introducir más inputs de datos. ¿Pero realmente conseguiremos un mundo más justo recabando más datos? No lo creo. Esta comprensión de la mente es muy limitada. Según el empirismo —y vivimos el triunfo de dicha corriente— el mundo está formado por hechos, y la inteligencia radicaría en  la capacidad de analizarlos. Pero la inteligencia no es algo tan simple. Debemos diversificarla. También empleamos nuestra inteligencia en el cotidiano y en contacto con nuestras comunidades.

Estas preguntas no se ponen sobre la mesa. Solo se habla de cómo va a cambiar el arte el ChatGPT, cómo va a cambiar esto o aquello, cómo esto nos va a llevar a una situación de desempleo masivo… ¿Desempleo masivo, en serio?

¿No crees que puede suceder algo así?

El desempleo masivo acarrearía el fin del capitalismo y el capitalismo no permitirá que eso suceda. Se desarrollarán nuevas industrias para la explotación de la clase trabajadora. Si se automatizan las fábricas, la gente que trabajaba ahí se pondrá a conducir Uber o a repartir comida, algo que ya ha ocurrido en las últimas décadas. 

Foto: Dani Blanco / ARGIA CC BY-SA

Hoy nos guía un solo discurso de la tecnología, el discurso de Silicon Valley, que despliega fantasías, mentiras y profecías con las que hay que tener cuidado.

Uno de los libros que ha publicado recientemente se titula Fragmentar el futuro. ¿Por qué ese título? ¿Cómo ves el futuro?

Los discursos tecnológicos estrechos hacen muy difícil que podamos pensar sobre futuros posibles. Ccreo que tenemos que imaginar el futuro desde la diversidad. Pero, ¿cómo? Mi propuesta es mirar al pasado y al presente, y pensar qué cómo podemos participar, de manera concreta, en el desarrollo de las tecnologías, en el desarrollo de las comunidades, en el desarrollo de la educación estética. Porque, hoy en día, cuando hablamos de futuro hablamos más o menos de apocalipsis.

Ante esto me da la sensación de que se suelen proponer principalmente dos soluciones: una, huir, por ejemplo a Marte, para establecer allí las mismas lógicas que están destruyendo la Tierra. O, si no, abandonar del todo la tecnología y volver a las formas del pasado, algo que también es imposible. Pero existen alternativas concretas.

Sí, y me ha sorprendido tener noticias de algunos proyectos que han tomado en cuenta mi propuesta de la tecnodiversidad. Por ejemplo, me escribieron  un abogado brasileño y su equipo. Al parecer,en el Amazonas tienen acceso a Internet a través del Starlink de Elon Musk, y este grupo de abogados que se ha puesto en contacto conmigo está pensando qué va a pasar a raíz de esto con las comunidades de la selva. Podemos imaginar la modernización de la Amazonía, pero ¿qué significa eso? ¿Que se podrán pedir productos de Amazon y llegarán a la Amazonia mediante drones?

Quizás sí, pero tal vez eso no sea lo mejor que puede pasar. Cabe la posibilidad de que surja algo distinto. Hay proyectos y esfuerzos para explorar las posibilidades de la tecnodiversidad, pero lo primero que hay que hacer es destruir esas narraciones tecnológicas tan estrechas.

Quisiera traer a colación un último tema: la descolonización. Hasta ahora no la has mencionado explícitamente, pero aparece en la introducción de tu libro, y en todo lo que ha expuesto también creo que está muy presente. ¿Cómo entiendes esta línea?

Cuando hablamos de descolonización hablamos desde el punto de vista discursivo, pero no entramos en el desarrollo de la tecnología. Y lo cierto es que la modernización europea se implantó a través de la tecnología, y el tipo de conocimiento moderno se extendió también a través del uso de la tecnología. Por lo tanto, si queremos pensar en la descolonización, tenemos que tomar muy en serio el problema de la tecnología y también la dimensión de lo local. ¿Qué es lo local aquí en Donostia? ¿Y en la Amazonía? ¿Y cómo podemos pensar esta diversidad en términos de biodiversidad, noodiversidad y tecnodiversidad? Para mí este sería otro camino para pensar en la descolonización, no sólo en términos de identidad, discurso o historia —aunque sobre eso también tenemos que pensar, evidentemente—.

¿Quieres decir que nuestra cosmología tiene que estar relacionada con las tecnologías que utilizamos?

Si no hay relación entre ellas se convierten en dos capas independientes. Y la capa de la cosmología o la tradición desaparece en algún momento, se conserva en el museo porque corresponde al pasado. Existirá en la realidad del museo, pero no permanecerá a nuestro lado, porque siempre debemos crear nuevas mentalidades y prácticas. ¿Y qué se necesita para hacerlo? uando se juntan dos cosas incompatibles entre sí, en lugar de elegir una de ellas, se puede intentar crear algo nuevo teniendo en cuenta esa incompatibilidad.

 

Esta entrevista fue publicada originalmente en euskera en el semanario Argia, en el número del 10 de marzo. Agradecemos muchísimo la traducción al castellano y la posibilidad de publicarla en nuestro blog. 

 

No se puede hablar de biodiversidad sin hablar de tecnodiversidad. Propongo construir una matriz que asocie la tecnodiversidad, la noodiversidad (es decir, la diversidad del pensamiento) y la biodiversidad.

Yuk Hui nació en Hong Kong. Es profesor de filosofía y catedrático en la Universidad Erasmo de Róterdam (Países Bajos). Estudió ingeniería informática en la Universidad de Hong Kong y filosofía en el Goldsmiths College de Londres, donde escribió su tesis doctoral junto al filósofo francés Bernard Stiegler. Hui es autor de varios ensayos que se han traducido a una docena de idiomas, entre ellos Fragmentar el futuro (Caja Negra, 2020), Sobre la Existencia de los Objetos Digitales ( Materia Oscura, 2023 [2016]),   Recursividad y contingencia (Caja Negra, 2022 [2019]) y La pregunta por la técnica en China (Caja Negra, 2024)

 

Danele Sarriugarte Mochales nació en Elgoibar, País Vasco, en 1989. Escribe y traduce. Ha publicado dos novelas y varios relatos, y ha traducido a distintas autoras al euskera (Angela Davis, Eva Ilouz y McKenzie Wark, entre otras). Algunos de sus textos se pueden leer en español: la novela Entrañas (Reikiavik Ediciones, 2019) y la fábula utópica ¿Qué sucede en K las noches de luna llena?, incluida la compilación Borradores del futuro (Consonni, 2023). Cada tres semanas realiza entrevistas en profundidad para la revista Argia, y de vez en cuando colabora con otros medios como Pikara Magazine. En la actualidad presenta la pieza escénica Poppera, afterra, utopia junto con Miren Narbaiza (MICE).