Paréntesis sobre la imposibilidad de atravesar el Ahora: la historia umbral, que busca el sentido en la intersección
de los tiempos posibilitada por los objetos aliens en sitios xeno-arqueológicos, debe tener como norma (casi como si
fuera un manual) la protocolarización del casual encuentro con una barrera temporal. Es decir: para hacer historia sin
salir del Ahora hay que interpretar por qué no se puede salir del Ahora.
Muy pocas cosas en internet de 2020 tienen tanta relación con el Ahora como Instagram. Aunque sea más de millenial que
de gen z, tiene que ver con la actualidad en otro sentido. La red social perteneciente a Facebook es el ejemplo más
siniestro de un meme: compresión impresionante de información para su transmisión, pero también reciclaje de formas
hasta la exacerbación. La instantaneidad de Instagram no tiene tanto que ver con la instantaneidad con la que la
información navega de una pantalla a otra, aunque su agenciamiento algorítmico no carece de interés, sino con la
instantaneidad con la que Instagram se adapta y captura las formas de otras redes sociales como un modo de no perder
su actualidad: pasó con las stories robadas a Snapchat en 2016; pasó con los reels robados a TikTok entre el período
2019-2020. Desde que Facebook lo compró, Instagram es un ejemplo del apropiacionismo capitalista del Ahora, y más si
se tiene en cuenta que dicha compra fue también un intento de la compañía por monopolizar la digitlidad.
Instagram es un hyper-sujeto ensimismado: podría decirse que su entorno no tiene nada de cibernético porque su navegación
es imposible; lo que se hace en Instagram es más bien una forma de puentismo, de saltos que involucran el rebote de arriba
abajo con alguna ocasión de desplazamiento horizontal. Quiere toda la atención para sí, por eso sus nexos con el resto de
internet se mantienen al mínimo al nivel de la interfaz, únicamente quebrada por la irrupción de otras redes sociales en
forma de captura de pantalla.
No es posible controlar el tiempo de la mente; hay un viento que nunca muere. Entre la gestión temporal de Instagram basada
en la luz constante, crece una mala hierba más o menos sombría, una planta de interior venenosa que hace memes al revés.
Cyber Marco Teórico explota la fórmula de “cantidad mínima de información para comprender un mensaje” de la forma memética
y la trueca por “toda la información que pueda comprimirse en un cuadrado”: bocanadas de humo indigestibles que tratan de
explicar lo inexplicable; xeno-memes que intentan dar cuenta de complejidades oscuras e inatravesables. Mientras tanto mentalmente,
Instagram está celebrando el funeral del viento; las formas de imaginación están siendo reemplazadas por modos de memorización
acumulativa: la partícula de la memoria y la anti-partícula de la imaginación nunca se encontrarán, nunca se destruirán mutuamente;
no habrá sueño, no habrá sombras, no habrá nada.