RELATOS DE UN BEBEDOR DE ÉTER

JEAN LORRAIN



COLECCIÓN: NUMANCIA
TRADUCCIÓN: VÍCTOR GOLDSTEIN
PRESENTACIÓN: EZEQUIEL ALEMIAN
ISBN: 978-987-1622-07-8
PÁGINAS: 128
AÑO: 2011

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Jean Lorrain fue poeta, cuentista, novelista, homosexual declarado (afecto al maquillaje, las joyas y los perfumes, su amigo Jules Barbey d’Aurevilly se refería cariñosamente a él como “Monsieur La Putain”) y, principalmente, toxicómano. Su desmedida y duradera pasión por el éter, que como el láudano, la morfina o el opio, circulaba cuantiosamente por los cenáculos literarios decadentistas del fin de siècle, le valió nueve úlceras en el intestino que terminaron por matarlo. Estos breves relatos sobre eteromanía, en cuyo título resuenan las Confesiones de un opiómano inglés de Thomas de Quincey, retratan sutilmente las sombrías alucinaciones provocadas por el abuso de esa droga y por la excesiva exposición a otros “tóxicos” complementarios: el alcohol, la literatura y el arte. Caricaturas mórbidas, perversas, excesivas del dandy baudeleriano, a los personajes que habitan estas páginas el desarreglo de los sentidos no les depara ningún paraíso, más bien todo lo contrario: sólo paranoia, confusión y un sistema nervioso colapsado.

(Francia, 1855) Escritor francés, poeta, cuentista y novelista, Jean Lorrain fue el seudónimo utilizado por Paul Duval para firmar la mayor parte de su obra literaria. Fue muy conocido por su poesía y prosa decadentista, siendo un habitual de la vida bohemia parisina a finales del siglo XIX. Lorrain publicó en numerosas revistas como Le Chat Noir Le Décadent y sus cuentos fantásticos tuvieron una gran acogida. Defensor del dandismo y provocador nato, no ocultó su homosexualidad, algo que no le impidió ser miembro de la Academia Goncourt. Su paso a la novela se dio en 1897 con la aclamada por la crítica Monsieur de Bougrelon. Su desmedida y duradera pasión por el éter, que como el láudano, la morfina o el opio circulaba cuantiosamente por los círculos literarios decadentistas de fin de siglo, le valieron nueve úlceras en el intestino que terminaron por matarlo en 1906.