materialidades-temporalidades

Un manual de xeno-arqueología necesitaría mezclar todos los tiempos verbales: si se trata de encontrar otras (xeno) materialidades/temporalidades (arcón), el anacronismo, que es la irrupción de un tiempo en otro, se vuelve condición necesaria para la formulación de una historia que trate de enfrentarse al Otrora.

“Tres veces se me fue volando de entre las manos como una sombra o un sueño…”, la odisea de lo muerto fuera de tiempo. La historia anacronista propone que toda historia es anacronista, que todo muere fuera de tiempo, porque al atravesar el tiempo de lado a lado se está haciendo un anacronismo: soñar es anacronismo, porque en el Ahora del sueño se cuela el Otrora; recordar, al igual que imaginar, es anacronismo porque es tratar de ingresar al Otrora deliberadamente. El anacronismo es, también, una forma de percibir el tiempo en su discontinuidad; es la parte maldita de la historia porque es relocalizar un tiempo-otro en un tiempo-propio, un supuesto tiempo adecuado. El tiempo del error puede soñar con el tiempo de la promesa. Eterno retorno: internet es un espacio anacrónico porque, por más que se fuercen sus cronologías, más acá de sus feeds teleológicos y de su consumo temporal, por más que se incruste en la cotidianeidad, internet es un sueño. La red que existe a lo ancho del mundo tiende a ocultar la materialidad de su tiempo, incluso cuando funciona en una pantalla que se tiene ante los ojos; oculta que, más que de un conjunto de nubes, se trata de la sombra conjunta de todas las piezas que la componen, torres imponentes ancladas al piso, monolitos color carbón.