DE THE PROMISE OF HAPPINESS A LA PROMESA DE LA FELICIDAD

DE THE PROMISE OF HAPPINESS A LA PROMESA DE LA FELICIDAD

Por Mirari Echavarri, Andrea García Abad, Emilio Papamija y Elena Castro Córdoba

Sara Ahmed hace referencia a los libros como herramientas imprescindibles del kit de toda feminista aguafiestas. En esta capacidad defensora que la teoría puede tener, alcanzamos a ver cómo la categoría de Donna Haraway “pensar-con” no es suficiente para entender cómo nos hemos apropiado La promesa de la felicidad. Sus libros han sido para nosotrxs lugares de escape, libros-orientadores, libros-amigxs, libros firmados, robados, libros con los que con-vivir, libros-espacios abiertos que nos acercaban a esa aspiración de devenir aguafiestas. Aspiración que, como nos recuerda Ahmed, nos remite a su raíz latina: “respirar”. Estas aspiraciones eran nuestro objeto feliz.

Fueron precisamente estas promesas de con-vivencia y de respirar, de vivir de otra forma, las que forjaron este grupo que hoy escribe. Se presentaba ante nosotras una promesa de felicidad con el conocimiento bajo/con/y de la mano del amparo teórico de Sara Ahmed. Un objeto feliz que nos unió, el máster, y una promesa que no llegó a cumplirse.

Sara no estuvo, pero quedaron sus libros.

Historia de un robo // objetos felices: pautan caminos, generan un código, una norma que, al seguirla, promete con su cumplimiento el estado de plenitud feliz. Y, cuando no se cumple, un castigo.

En la portada del ejemplar en inglés, robado de la biblioteca para recordar las consecuencias que tiene salirse del camino feliz, se lee: “Sara Ahmed carece tanto de curiosidad intelectual que cree ingenuamente las calumnias garabateadas en libros. Con tal ‘evidencia’, lidera cazas de brujas, cruzadas de censura y silencia violentamente y empobrece a los académicos con los que no está de acuerdo”. Esta anotación era la respuesta “vengativa” a las pintadas anónimas en los libros de un reconocido profesor en las que se le acusaba de agresiones sexuales y de acoso. Ahmed, en su visibilidad como figura feminista y antirracista y en su compromiso en el intento de erradicar estas violencias del campus se había convertido, como muestra esta pintada en su libro, en un “target” del profesorado y el estudiantado más conservador. Este es, por lo tanto, un documento más de la guerra silenciosa y visceral a través del texto escrito que tuvo lugar todo ese año: pintadas en los libros de la biblioteca, preguntas en los baños (where is Sara Ahmed?) e intervenciones con papel pintado que hacían referencia a la crisis de agresiones sexuales que asolaba el campus y que causó, en última instancia, que Ahmed renunciase a su puesto en la universidad.

La materialidad de los libros cuenta, en sí misma, muchas historias. Este es un libro que responde a una violencia concreta, la obligatoriedad de la felicidad y el borramiento de las estructuras injustas que configuran la felicidad como promesa, como orientación en la vida. Levantarlo, tenerlo entre las manos, abrirlo y leer esto ya lo convierte, en sí mismo, en parte de ese archivo infeliz que conforman las feministas aguafiestas.

Esta es la historia de este libro y esto es este libro.

El fin de la felicidad// Feministas aguafiestas: Nuestro primer encuentro, el de quienes escriben este texto, fue propiciado por un mismo objeto feliz, una promesa en forma de email de respuesta a la solicitud para entrar en un máster en estudios de género y feminismos; un mensaje de la propia Sara Ahmed felicitándonos por haber sido aceptadxs en el programa**. Sin embargo, poco después la promesa de felicidad se derrumbaría, el objeto se volvería infeliz al recibir la noticia de que Sara renunciaba a su puesto en la institución. Acaso, como sugiere el libro, heredar el feminismo sea heredar la tristeza que conlleva la toma de conciencia política. Lejos de rechazarla, lxs estudiantes nos congregamos en torno al objeto infeliz convirtiéndonos, poco a poco, en una comunidad de aguafiestas. Compartíamos ser alienadxs de la felicidad, habernos desviado de los guiones establecidos como buenos=felices para nosotrxs: divorciarnos, abandonar la cisheteronorma o no haber encajado nunca en ella, rebelarnos ante el binarismo del sistema sexo/género, señalar el racismo y el sexismo, también dentro de la institución. En definitiva, trabajamos para montar nuestra propia fiesta, una en la que ser felices dejó de ser un fin, para intentar, como este libro, hacer lugar.

**más tarde nos daríamos cuenta de que todas habíamos recibido un mensaje idéntico, y por lo tanto, impersonal.

Perdido en el traducir(se)// queers infelices: esa fiesta que organizamos, para muchxs de nosotrxs llegó de la mano del ejercicio de traducción. El intrincado proceso parecería sencillo, pero traducir los afectos hacia el objeto feliz significa devenir queer. Este afecto queer tiene la particularidad de que se aparta de los proyectos del lenguaje y se acerca más bien a los proyectos somáticos. Así, The Promise of Happiness ha estado transformándose hace ya un buen tiempo en La promesa de la felicidad, en moléculas de papel como en bits virtuales, pero también en peso de huesos, alientos de discursos internos y decibeles de conversaciones infelices. El devenir queer lleva consigo alterar la linealidad cronológica de la heteronormatividad, y es por eso que el presente, como dice Lauren Berlant (2011) es afectivamente percibido. Para nosotrxs, este es uno de esos libros que quedó como testigo primordial de ese constante devenir. Pareciera que cada vez que recorremos sus páginas, se re-archivara nuestra infelicidad de maneras distintas. Nuestros mil presentes releyendo las palabras de Ahmed, renuevan una vez más los votos que una vez hicimos hacia una promesa infeliz. Esta traducción, La promesa de la felicidad, es para nosotrxs como un regalo en forma de máquina del tiempo queer.

Por muchos años más// Futuros felices, que no ocurren cuando la distopía no opera como temor y ordenación de la imagen de futuro sino que se da en el presente, el futuro como posibilidad desaparece. Nos ha reunido en esta ocasión un recuerdo común —un aniversario, una amistad— y un deseo de su perdurabilidad en el por – venir: ¡por muchos años más! 

Porque, como dice Sara Ahmed, “la felicidad depende de que haya un futuro”. 

¡Feliz aniversario Caja Negra!

Mirari Echavarri, Andrea García Abad, Emilio Papamija y Elena Castro Córdoba forman parte de un grupo entusiasta de feministas aguafiestas que se encontró en el corazón de Inglaterra en 2017 para cursar el MA Gender, Media and Culture (Goldsmiths University) coordinado, hasta ese año, por Sara Ahmed. Desde ese momento las colaboraciones colectivas a raíz del pensamiento de Sara Ahmed se dieron en eventos como Sexual Harassment in Higher Education (Goldsmiths, Londres), ciclo de conferencias sobre la crisis de acoso sexual en el ámbito académico británico o Las niñas que hablan son descaradas e ingratas (Storm&Drunk, Madrid), actividad y presentación de La promesa de la felicidad en colaboración con Caja Negra. Individualmente trabajan en los campos de la investigación y producción cultural y artística y agradecen cualquier pretexto laboral o personal para seguir encontrándose. 

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