historia umbral

El sueño es el seno de la anti-historia, o historia de una anti-partícula, o historia cuántica, o historia de los espectros, o historia especulativa, o historia de lo posible, o historia sin sujeto, o historia a contrapelo, o historia de lo otro, o historia onírica, o historia umbral, o si a toda partícula le corresponde una anti-partícula que se mueve en otra dirección, es decir, si la historia es múltiple, la historia siempre corre en la dirección opuesta a otra historia; en dirección opuesta a la anti-historia. Anti-historia no quiere decir negación de la historia, quiere decir historia opuesta a la historia positiva. Si las teleologías de mesetas libidinales permiten pensar un deseo inorgánico que mueve la historia en conjunción infinita con la fórmula “y, y, y”, la anti-teleología abre un portal a la derivación infinita desde la fórmula “o, o, o”. Una teleología al revés es un viaje al origen; una revisión del suceso a contrapelo y una especulación sobre los fueron y los pudieron ser; una obsesión con los dos puntos.

Hablar con un espectro: la intensidad de la luz distribuida. Hablar con un espectro: la imagen de algo muerto que sin embargo pervive, algo que tiene la posibilidad de reaparecer. Hablar con un espectro: revelar las posibilidades de lo que será.

Ordenar desde lo más nuevo a lo más viejo.

La historia umbral tiene el problema de ser una historia sin sujeto: pero la historia natural ya lo hizo. La materialidad del archivo no es solo la base para la historia; es también su forma alterativa de conocimiento, un stand alone material que puede no ser verbalizado, que puede existir y autodefinirse. La fórmula de la historia umbral es [y.y.y+o.o.o+z.z.z]; es el adentramiento en la materialidad del tiempo percibida desde las sombras; es el cuerpo de la historia unido al cuerpo del tiempo; es la búsqueda sin buscar de lo que disloca el tiempo-ahora. Pero la historia umbral no es animista; no necesita dotar de vida a los objetos, ni necesita antropomorfizarlos. Se alinea más bien con la tradición epicureísta del materialismo aleatorio o materialismo del encuentro: cuando los átomos, que caen paralelos en el vacío, se desvían en lo más mínimo para encontrar a otro átomo en una colisión, el mundo se crea. El mundo es una serie de encuentros; el idealismo que tiene como base la dominación sujeto-objeto fue solo una posibilidad. Otros tipos de encuentro son posibles. El lenguaje verbal idealista no puede definirlo todo, y hay objetos que por el mero hecho de existir autoproducen una definición; no como una forma de esencialidad objetual, sino porque se presentan a quien los mira creando la posibilidad de una relación.

Ejemplo: una imagen.