xeno-objeto

Alguna vez se debe haber escrito algún manual sobre la mejor manera de proceder ante la aparición de un alien. Si existiera, debería contemplar, aunque sea más o menos, algunas cuestiones básicas. En primer lugar, debería reconocerse en qué aspecto radica la rareza de la cosa-alien. Tal reconocimiento es una labor fenomenológica: se trata de intentar re-localizar los efectos dispersos consecuencia del shock sobre las capas significantes del objeto. En segundo lugar, hay que admitir que será imposible atravesar las capas significantes del xeno-objeto, del alien; esto se debe a que el alien es alien porque genera un efecto impenetrable de otredad. Cuando la aparición de un objeto material produce un misterio temporal tal que impide una relacionalidad histórica, se produce una dislocación del antropocentrismo; antropo-dislocación: el objeto se rehúsa a la clasificación humana, al nombramiento subjetivo. La otredad del objeto es una otredad autoproducida; otredad es el nombre que queda para nombrar lo que no se puede nombrar.

Esos podrían ser los puntos introductorios de un manual de xeno-arqueología (ver el libro de Ben Woodard On an Ungrounded Earth). La historia xeno-arqueológica se encontraría así en la parte más oscura de la sombra del objeto. Los objetos xeno-arqueológicos, como todo cuerpo celeste, proyectan una sombra dividida en tres partes. La antumbra, que es la parte de la sombra que se ve cuando el objeto ocluido se percibe recortado en su oscuridad en el centro de la fuente lumínica; de ella se encargaría la historia arqueológica, tratando de desentrañar los misterios del objeto a partir del contorno de la materialidad del objeto. La penumbra es la parte en la que solo una porción de la luz es bloqueada por el xeno-objeto; materia de la historia fenomenológica que se encarga de los fragmentos-efectos. La parte más oscura de una sombra es en donde se encuentran los secretos del xeno-objeto, y en ella es únicamente posible la historia umbral o xeno-arqueológica. Nota al pie en el cuerpo del texto: no confundir umbral con puerta: ya no hay más puertas o son todas inútiles; umbral quiere decir en la umbra, de la umbra.

Lejos están los cavernarios platónicos y los que salieron de la oscuridad para adentrarse en la luz del conocimiento; Sócrates mentía. La luz como metáfora prometeica del progreso y el conocimiento, de lo bueno, lo bello y lo verdadero, es una distracción para la xeno-arqueología y la historia umbral; no hay que echar luz sobre ningún xeno-objeto porque sería como querer imaginar a un alien como si fuera humano: cuando podría ser uno con mil ojos o ningún ojo, de vidrio o de carbón o de materia en constante combustión; uno que puede escuchar con toda la extensión de su cuerpo, si acaso tiene uno, o que no puede escuchar en absoluto, uno que escucha viendo; uno que no conoce el tacto porque no está separado del resto del universo; uno sin extremidades porque, como el universo, existe en constante expansión; uno que vive muerto; uno inorgánico en su totalidad si es que existe su totalidad; uno que es toda la sombra que existe y que se funde con todo lo que no es sombra; uno que es sangre corrosiva.