continuidad-discontinuidad

El aroma del tiempo se puede ver, es una columna de humo que dice: “la promesa, el compromiso o la lealtad, por ejemplo, son prácticas temporales genuinas. Hacen de vínculo con el futuro al continuar el presente en el futuro y entrecruzarlos”.

La valorización de la continuidad del tiempo por sobre la discontinuidad es una característica de muchas de las filosofías del tiempo. Desde la perspectiva ontológica, por ejemplo, la continuidad se vincula a la plenitud del ser. Por supuesto, la continuidad del tiempo no necesariamente tiene que significar algo positivo: la ansiedad sostenida por la acumulación de responsabilidades, deudas y compromisos es una continuidad que socava una experiencia temporal que, en otras condiciones, podría ser plena, incluso si es discontinua. La discontinuidad, por su parte, crea un tiempo de puntos: momentos desconectados entre sí o unidos solo por la falta.

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Desde una perspectiva materialista umbral, sin embargo, no es la continuidad o discontinuidad del ser lo central: un manual de xeno-arqueología debería enfocarse en las condiciones perceptuales que uno u otro tipo de temporalidad permite.

La promesa es un tipo de discurso temporal que une fragmentos de tiempo en una continuidad cuando es afrontada como actividad y no como resultado: la promesa no es lo que se cumple, es la relación temporal que se establece entre quien promete y lo prometido. A una promesa sigue otra, y a la que sigue le sigue otra. La promesa es ese tiempo en el que lo prometido se origina y obtiene su forma (**).

El error es un suceso que puede llevar a adoptar un discurso temporal discontinuo de dos formas. Por un lado, el error encierra, aprisiona, genera fragmentos de tiempos desconectados entre los que el tiempo no fluye. Por otro lado, el error permite un tiempo de suspensión, un detenimiento, un aplazamiento, una renovación del tiempo. Trabajar el error debería ser una actividad cargada de una temporalidad inmóvil, pero el error se vuelve un problema de tiempo cuando no hay tiempo para trabajar el error. El error puede ser simplemente lo inesperado, el producto del caos que necesariamente existe; debería ser una posibilidad para experimentar otro tipo de tiempo (*).

(*) Los errores más potentes son aquellos que no tienen arreglo, sobre los que no se puede trabajar: solo queda mirar el error a la cara; la solución, fuera de línea. Estos errores pueden ser de lo más comunes. Instrucciones para encontrar un error sin solución (rápido, en línea): buscar una página web o sitio o misceláneo que se encuentre en mal funcionamiento e ingresarlo en downdetector.com; esperar la confirmación de que, efectivamente, el servicio se encuentra fuera de línea; mirar el error a la cara. (**) Entre la promesa y el error tal vez exista la mentira. Por lo general el error también puede conllevar una promesa (“prometo trabajar sobre el error”); y a veces la promesa es para con otras personas. De este tipo de promesas se hizo un género audiovisual: la vlogpology, o variaciones de youtubers que piden perdón 1, 2 y 3. Por supuesto, este tipo de promesa orientada a la mercantilización del perdón, por lo general acaba en la mentira: una promesa discontinua, un error continuo; mentira: subversión del orden temporal.