Paprika
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Internet posibilita un estado de conciencia onírica porque en internet se entrelazan todas las temporalidades concebibles e inconcebibles, y por ello podría pensarse a internet como un objeto xeno-arqueológico: un objeto cuya presencia parece incuestionable, pero que sin embargo funciona a niveles temporales humanamente incapturables. Internet, paradójicamente, presenta la posibilidad de un adentramiento en las sombras desde una perspectiva materialista de la historia en cuanto construcción de sentido desde la materialidad del tiempo.

La historia, más que puro conocimiento del pasado, es construcción de sentido desde la interpretación de la temporalidad. El tiempo es la materia de la historia y es algo que sucede en los cuerpos materiales: una pantalla en scroll infinito, la continuidad del hambre sostenida, un río que se contamina poco a poco. La memoria es una de esas cosas cuyo significado todo el mundo conoce, pero no del todo. Un filósofo alemán del siglo XX, por ejemplo, sostiene entre sus Imágenes que piensan la idea de que la memoria no es un instrumento para conocer el pasado; la memoria es el medio de lo vivido, como la tierra es el medio en que las viejas ciudades están sepultadas.

Del otro lado de la historia está el archivo; ambos giran en círculos concéntricos en torno a la memoria. Ambos se relacionan con la memoria, medio de lo vivido. Podría plantearse, siguiendo a la arqueología de los medios, un esquema temporal basado en la informática computacional: el archivo sería el hardware y la historia el software. El archivo lidiaría, entonces, con una memoria de tipo organizativa, de almacenamiento y procesamiento, pero también como positividad, posibilidad material para la memoria y a priori, así, de la historia. La historia comprendería, por su parte, una memoria interpretativa, ligada al recuerdo como actualización narrativa de la temporalidad como materialidad. El archivo permanece en silencio. La historia habla. La fórmula de que, en el archivo digital, los datos y los metadatos forman parte del mismo campo operativo, el del código binario (Turing or not Turing), es apropiada para todo tipo de materialidad, porque todo tipo de materialidad es reductible a la matemática.

El archivo no esconde cosas; no es un archivo de las vergüenzas como el Instagram Archive, destinado a ocultar lo embarazoso, lo ofensivo, los etcéteras; repositorio de fotografías y videos etiquetados como #nodebenservistos; un archivo para tenientes y para Facebook (la empresa). El archivo no esconde cosas: el archivo las envuelve: el archivo es las cosas ocultas. El archivo conforma un cuerpo material de datos de solo lectura sobre los que la historia proyecta ficciones y funda una temporalidad nueva sobre la temporalidad cero del archivo; el archivo que, siguiendo a la historia arqueológica, es más que la acumulación material en instituciones más o menos organizadas: es toda la materialidad que funciona como ma0rco para la construcción de discursos en el tiempo. El archivo enfrenta al tiempo como datos; la historia tiene el deseo fantasmático de hablar con lo que está muerto, y es en ese movimiento que la historia encuentra xeno-objetos en la parte más oscura de los archivos. Es por su deseo fantasmático que la historia puede tocar las sombras.

¿Hasta dónde puede llegar la historia umbral? Hasta la nada. La nada es lo que está más allá del Ahora que se expande. La nada es el Otrora, el fuera de aquí. Fuera del universo en crecimiento y borramiento de sus límites: nada. Antes del estallido inicial del universo: nada. Dentro de las tradiciones científicas occidentales, la nada no refiere a la inexistencia. No se cree que antes del universo conocido no hubiera existencia, o que fuera del universo en expansión no haya existencia, sino que es imposible, desde categorías humanas, darle nombre a esa nada. Dividir por cero. La nada es el Otrora, lo inexplicable. La nada es una sombra con una forma inasible que avanza como una humareda sísmica sobre la tierra de Fantasía, sobre los sueños del mundo. Dentro del Ahora onírico, la sombra gemela del sueño construye el Otrora envolvente, vacío. Y en el vacío todo es posible, porque en el vacío todo comienza y recomienza. Hay quienes dicen que la historia es una cinta de Moebius: siempre está por recomenzar, pero nunca desde el mismo lugar.