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Hace unos días presentamos Faltas, cartas a todas las personas de mi pueblo que no me violaron, de Cecilia Gentili en Casa Brandon. Fue una velada con muchas voces invocando las distintas facetas de Cecilia: escritora, artista y militante. Compartimos en esta entrada el emocionante texto de Marlene Wayar, donde se pregunta por la complicidad de la sociedad en el dolor que atraviesan las niñeces trans, piensa algunos interrogantes del libro y la recuerda con su estilo neoyorkino y su pelo “como atrapando el viento”.
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Las personas que tienen el privilegio de ser destinatarias de estas cartas son ocho. Entonces yo me pregunto si el resto violó a Cecilia. Me pregunto a partir de sentirme muy identificada, con su carácter y habilidades ¿Qué dice cuando dice violación?
Faltas, Cartas a todas las personas de mi pueblo que no me violaron de Cecilia Gentili ofrece una mirada densa y agridulce a las dinámicas personales y comunitarias en un pequeño entorno social. Y ello nos posibilita acceder a la mirada única y muy lúcida de Cecilia, pero también a cuestiones generales de la comunidad travesti frente a la comunidad amoldada al orden preestablecido. Nos muestra el dolor generalizado y los modos sociales de ubicarnos en dos únicas posiciones: sádica o masoquista. ¿Cuáles son las estrategias que nos damos, para en esas posiciones obligatorias, poder corrernos? ¿Cuánto de posibilidades de gestión poseemos? ¿Qué posibilidades de gestión tiene la infancia frente al mundo adulto? y ¿qué tanto podemos subestimar a la infancia? Gentili usa un tono confesional y directo que nos ofrece a quienes leemos la sensación de entrar en los pensamientos más privados de la narradora, quien reflexiona sobre la hipocresía generalizada en un mundo hegemónico construido para padecer la existencia vigilante de las otras personas sobre cada quien. Y los resentimientos acumulados en todo el mundo que se convierten en armas deseosas de ser empleadas y gozosas de encontrar sus víctimas. En tal juego caemos antes de ser conscientes de nada.
Nos dice Cecilia sobre la Señora Marchesi “¿Me odiaría ya desde el momento mismo en el que nací? Fue la primera persona a la que vi: fue ella quien me arrancó del vientre de mi madre. Cuando mamá me lo contó, tuve una visión salvaje de doña Marchesi arrastrándome hacia afuera, con el cordón umbilical todavía adosado, sosteniéndome en alto y mirándome fijamente, con la certeza inmediata de que yo era un problema.” En el texto nos va revelando habilidad y astucia para la observación y una introspección profunda: la protagonista parece leer los pensamientos de los demás, como si fuera capaz de ver sus prejuicios y debilidades de una forma que muchos se esmeran en ocultar. Y nos dice qué significa esto para ella “No me refiero a la fantasía infantil de tener poderes telepáticos que te permiten ver los pensamientos de otra persona. Estoy hablando de que siempre he sido buena para saber lo que los demás estaban pensando. No palabra por palabra, por supuesto, pero sí el sentimiento general.” Los comentarios sobre personajes como doña Marchesi revelan las tensiones implícitas en la vida de un pueblo pequeño, donde todos parecen conocerse y juzgarse mutuamente. Entonces nos vuelve a poner en claro “cuando doña Marchesi, la partera, miraba la falda un poco corta de Marcela Mío, pensaba que Marcela ya era una puta, aunque solo tuviera 12 años. Yo sabía que eso era lo que doña Marchesi estaba pensando y, yendo un paso más allá, sabía que ella sabía que yo lo sabía. Doña Marchesi también era buena leyendo los pensamientos de la gente. A veces cruzábamos las miradas y en silencio nos decíamos: “Lo sé”.
Algo de lo que Cecilia naturaliza en sí misma, al menos en apariencia, es posicionarse en simetría con esos personajes a su alrededor sin detenerse a evaluar que sólo era una niña. Pero sí destaca la capacidad de estos personajes para juzgar con la misma ilusión de simetría a otras algo que ella adulta precoz quiere desmontar para de algún modo protejer: “Marcela ya era una puta, aunque solo tuviera 12 años”. Y no puedo dejar de pensar que aquí todo un país obró con la misma crueldad sobre toda infancia travesti y trans.
Marlene durante la presentación de Faltas en Casa Brandon
En Faltas, Cecilia nos muestra el dolor generalizado y los modos sociales de ubicarnos en dos únicas posiciones: sádica o masoquista.La obra parece explorar temas de identidad, represión y rechazo en un contexto de sutilezas y microviolencias que se tornan inmensamente significativas para quienes las viven. Gentile logra que como leyentes experimentemos estas dinámicas desde una voz que mezcla sarcasmo, dolor y crítica social.
El relato de la obra de teatro navideña muestra también cómo la protagonista percibe su identidad en un contexto rígido y excluyente, en el cual una Cecilia niña debe “idear un plan” para conseguir ser alguien en ese mundo.
Utilizar la palabra “leyentes” en lugar de “lectores” es una elección que asumo poderosa para destacar el acto de lectura como un proceso ético y profundamente implicado. Con “leyentes” sugiero no solo a quienes pasan los ojos por el texto, sino a quienes se sienten interpeladas y transformadas por él, quienes no pueden quedar indiferentes. Como “leyentes” de Faltas, nos enfrentamos a una lectura que exige una apertura total del ser: nuestras inteligencias –desde la motora hasta la espiritual– son afectadas y movilizadas, no solo a nivel de comprensión racional, sino en las capas más profundas de nuestra sensibilidad y conciencia.
En este sentido, “leyentes” se convierte en una invitación a leer más allá de la superficie, a comprender cómo las vivencias y denuncias de Gentili nos piden una respuesta, a asumir la responsabilidad compartida que ella plantea en sus palabras. Al leer, pasamos a formar parte de la historia que se narra y también de la historia que sigue; somos entonces cómplices de una nueva ética, en la cual el acto de leer no puede ser solo un acto pasivo, sino una práctica que transforma el modo en que vivimos, sentimos y actuamos en comunidad.
María Belén Correa, Marlene Wayar y Feda Baeza invocando a Cecilia en la presentación de Faltas
No puedo dejar de pensar que aquí todo un país obró con la misma crueldad sobre toda infancia travesti y trans.Desde lo literario y estructural de su escritura
Faltas, cartas a las personas de mi pueblo que no me violaron de Cecilia Gentili es un libro profundo y provocador que desafía las estructuras de poder y las narrativas de abuso que tan a menudo se silencian en las comunidades pequeñas y conservadoras. A través de una serie de ocho cartas escritas con una honestidad desgarradora, Cecilia confronta a quienes en su infancia y adolescencia la maltrataron o, como sugiere el título, a aquellas personas que simplemente no intervinieron para evitar las agresiones. La autora expone sin concesiones la complicidad social, la falta de protección y el peso de la vergüenza que experimentó, poniendo en primer plano una realidad que, aunque es suya, resuena con muchas infancias trans, queer y marginadas en contextos de opresión estructural.
El enfoque epistolar de Faltas permite que las palabras de Gentili sean al mismo tiempo una catarsis personal y una demanda de justicia. Al escribir a aquellos que no hicieron nada para protegerla, convierte el silencio en una declaración de la resistencia que encontró en sí misma. La valentía en su lenguaje y la transparencia en su narrativa hacen que este libro sea no solo un testimonio, sino una forma de reparación simbólica y de cuestionamiento a la sociedad que prefiere desentenderse de sus responsabilidades hacia las infancias vulnerables. En este sentido, Faltas se vuelve un grito colectivo que resuena en las luchas contra la violencia y la invisibilización de cuerpos y subjetividades disidentes.
Performance de Mabel sobre textos del libro.
Faltas se vuelve un grito colectivo que resuena en las luchas contra la violencia y la invisibilización de cuerpos y subjetividades disidentesActivismo y Relevancia de Cecilia Gentile
Cecilia Gentili es una activista argentina radicada en Estados Unidos, que ha dedicado su vida a la lucha por los derechos de la comunidad travesti y trans, especialmente en temas relacionados con la salud, la protección y el empoderamiento de personas trans. Desde su llegada a Nueva York, Gentili se ha convertido en una de las voces más influyentes en la comunidad LGBTQ+ y en los movimientos contra la criminalización de la prostitución. Ha colaborado con organizaciones como “GMHC (Gay Men’s Health Crisis)” y “Apicha Community Health Center”, y es una de las fundadoras del “Transgender Equity Consulting”.
Una de las áreas de mayor impacto en su activismo ha sido su trabajo con “Decrim NY”, una coalición que aboga por la despenalización de la prostitución en el estado de Nueva York. Su activismo se centra en abordar las violencias estructurales que enfrenta la comunidad trans, desde el acoso policial hasta la falta de acceso a servicios de salud adecuados. Gentili también ha sido una voz destacada en campañas de justicia social, abogando no solo por la equidad de género y sexualidad, sino también por un cambio en el sistema de justicia penal que contemple la protección y el respeto por las personas trans.
Cecilia Gentili, además de ser una figura activista, es una superviviente que, al compartir su historia, permite que se visibilicen las múltiples capas de opresión que enfrentan las personas travestis y trans. Su vida y su trabajo son ejemplos de cómo la resiliencia, combinada con el activismo y el arte, pueden transformar experiencias traumáticas en plataformas para el cambio y la concientización social.
Su vida y su trabajo son ejemplos de cómo la resiliencia, combinada con el activismo y el arte, pueden transformar experiencias traumáticas en plataformas para el cambio y la concientización social.Posible Análisis Fenomenológico
Desde un punto de vista fenomenológico, Faltas de Cecilia Gentili desafía las normas sociales que suelen reducir los actos de violencia a relaciones binarias entre víctima y victimario. Al dirigirse a su “pueblo”, Gentili reencuadra la falta como una responsabilidad colectiva. A través de cartas llenas de crudeza y humanidad, ella evidencia cómo el entorno social, sus normas y sus silencios, habilitan y perpetúan la violencia.
1.- La Colectividad de la Complicidad Social: Gentili habla de un “pueblo” que, aun sin violarla directamente, es cómplice pasivo de las violencias que ella y otras personas trans han sufrido. Este enfoque resalta cómo las comunidades pueden sostener sistemas de exclusión y violencia a través de la pasividad, el silencio o la neutralidad aparente, desmontando la idea de que solo quienes agreden activamente tienen responsabilidad
2.-La Violencia como Condición Sistémica: Gentili nos pinta una realidad en la que la violencia no es un acto aislado, sino una serie de condiciones estructurales que impactan a la persona en todas sus esferas. La discriminación y el rechazo no solo dañan en momentos específicos; crean un estado de vulnerabilidad continua que se hace presente en la vida diaria y en la relación de las personas con su propio cuerpo y entorno.
3.-Desindividualización del Trauma: La narración de Gentili permite observar el trauma como un fenómeno colectivo, del que muchas personas son partícipes y beneficiarias, directa o indirectamente. Esto va en contra del enfoque clásico que suele ver el trauma como una experiencia estrictamente personal. Gentili recuerda que los efectos de estas “faltas” atraviesan a toda una comunidad y van moldeando a quienes la integran.
4.-La Responsabilidad del Testigo: Una de las dimensiones fenomenológicas más poderosas es la confrontación con el rol del testigo, de quienes, aun sin agredir, eligen mirar hacia otro lado. Gentili revela la falta de acción como una “falta” en sí misma, asignando un rol activo a quien es expectante indiferente o temeroso, desafiando el confort de la neutralidad y pidiendo a la sociedad y a cada quien que se vea como responsable de los actos que deja ocurrir.
5.-Memoria y Reparación como Acto Comunitario: En Faltas, la memoria no es solo personal; se convierte en un acto de justicia y una herramienta de denuncia colectiva. Gentili pinta la posibilidad de redención y sanación en una memoria compartida y en la visibilización pública del dolor que se ha silenciado. Para ella, la justicia no es simplemente castigar al agresor, sino transformar las condiciones y el imaginario colectivo que normalizan la violencia.
A través de este texto, Gentili nos recuerda que las “faltas” son colectivas y no pueden ser reparadas solo con el encarcelamiento de un agresor o la denuncia individual. Implica cuestionar a toda una sociedad y a sus normas, una sociedad que permite que ciertos cuerpos y personas vivan en constante vulnerabilidad. Este planteo fenomenológico desafía a reflexionar sobre el rol que cada persona juega en la perpetuación de estas estructuras, brindando una forma de ver la violencia y el trauma como experiencias inevitablemente sociales, tejidas en la comunidad y en los silencios del entorno.
Gentili nos recuerda que las “faltas” son colectivas y no pueden ser reparadas solo con el encarcelamiento de un agresor o la denuncia individual.¿Cómo veía yo a Cecilia Gentili?
Cecilia Gentili es un verdadero ícono de estilo con una presencia que irradia seguridad, confianza y un sentido único del glamour que refleja tanto su historia como su vida en Nueva York. Solía llevar un look de *urban chic* muy neoyorquino, sofisticado, pero con una personalidad que brilla en cada detalle. Imaginen verla con vestidos ajustados o blusas elegantes que juegan con estampados llamativos o colores sólidos, complementados con accesorios vistosos que denotan una mezcla entre sofisticación y espontaneidad, como grandes aros dorados o collares en capas.
Su estilo de maquillaje es otro elemento central: su opción, tonos cálidos o rojos en los labios, y un delineado o sombras que resaltan sus ojos, aportando una intensidad que no pasa jamás desapercibida. En cuanto al cabello, generalmente suelto y bien cuidado, a menudo con un peinado que denota una naturalidad trabajada, como si capturara el viento y el ritmo de la ciudad que la supo adoptar.
A la hora de caminar o expresarse, su lenguaje corporal transmite la seguridad de alguien que ha conquistado su propio espacio en el mundo. Camina con una postura elegante y a la vez relajada, como si llevara Nueva York en cada paso.
Una neoyorquina típica salida de una serie de televisión esa que hoy ves en pleno Queens así de elegante y nada del glamour se va a perder si la cruzas más al norte en los suburbios donde cabello atado, sombrero de paja y guantes a lo Katharine Hepburn se ocupaba de su jardín de verduras con un amor que lo poliniza todo.
Mi pintura mental: una Cecilia segura y poderosa, quizás en un fondo urbano que capture ese ritmo de ciudad, vestida con glamour y desenfado, con detalles de brillo o textiles únicos, y una expresión que demuestre que nada puede detenerla. y eso es ¡furia travesti Argentina!
Muchas gracias